

Estamos a finales de 2020 y la realidad es esta: vivimos dominados por los medios audiovisuales y las tecnologías. Hasta hace muy poco, la televisión y el cine dominaban el panorama visual, pero a día de hoy tienen que luchar con otros medios que están ganando mucho peso a nivel global. El mundo cambia a un ritmo de vértigo y el surgimiento de internet no ha hecho más que acelerar el proceso. Esta era digital en la que nos encontramos ha facilitado y aumentado la enorme necesidad de un tipo de traducción: la subtitulación.
Frederick Chaume (2004) dice que la subtitulación «consiste en incorporar un texto escrito (subtítulos) en la lengua meta a la pantalla en donde se exhibe una película en la versión original, de modo que estos subtítulos coincidan aproximadamente con las intervenciones de los actores de la pantalla». En este proceso intervienen normalmente varios profesionales, como el traductor y el ajustador, y el resultado final permite que el espectador pueda disfrutar del contenido audiovisual en versión original sin que la barrera del lenguaje se lo impida.
La subtitulación es lo que llamamos «traducción subordinada», ya que la traducción dependerá no solo del idioma, sino también de una serie de cuestiones adicionales, como por ejemplo el espacio reducido para el texto en el cómic. En este caso, los subtítulos estarán condicionados por una serie de factores como la música o el tiempo que pasan los actores hablando y la velocidad con la que lo hacen.
Sin embargo, la subtitulación presenta otro inconveniente a mayores, y es que se trata de una traducción «vulnerable». Con ello me refiero a la particular situación en la que se desarrolla este tipo de traducción, en la cual la receptora y el receptor no solo reciben el texto meta, sino también el texto origen, por lo que pueden comparar ambos. Esto que ocurre especialmente cuando estos saben el idioma de partida (aunque carezcan de conocimientos de traducción o de un alto nivel de comprensión de la lengua de partida). En palabras de Díaz Cintas (2003:43):
Llama la atención que un número relativamente elevado de personas tenga una opinión, generalmente negativa, respecto a la calidad de los subtítulos, sobre todo si comparamos este hecho con la actitud mucho más pasiva que adoptan frente al doblaje u otros productos traducidos, como los libros.
Como el texto original tan presente, normalmente no puede pasar por alto que el producto que estamos viendo es extranjero y que hallamos ante una traducción. Esto no pasa en el doblaje porque solo recibimos la versión traducida, por lo que el hecho de que se trata de una traducción pasa desapercibido y casi parece un producto original.
La modalidad de traducción preferida para adaptar películas y series de televisión ha variado y varía en cada país, y depende de factores tanto culturales como económicos. Países como Alemania o Francia siempre optaron por el doblaje, mientras que otros países se han decantado tradicionalmente por la subtitulación (más económica y quizá sencilla que el doblaje).
En España, la modalidad de traducción tradicional fue siempre el doblaje. Sin embargo, hoy en día, al contrario que lo que ocurría tradicionalmente, la subtitulación está ganando mucho terreno debido, entre otras cosas, a que es más económica, permite perfeccionar el conocimiento de lenguas extranjeras y a la tendencia creciente a la extranjerización. Sin duda, las plataformas de streaming como Netflix o Amazon Prime están influyendo mucho en el comportamiento de los consumidores.
La subtitulación es una de las modalidades de traducción más utilizadas a día de hoy, y en España ha ido ganando peso durante las últimas décadas, hasta casi equipararse con el doblaje (aunque medios tradicionales como la televisión siguen optando por el doblaje).
Se trata de una traducción subordinada en la que se presentan a la vez tanto la traducción como el texto original, lo que hace que reciba a menudo críticas por parte de los receptores y las receptoras. Sin embargo, es un tipo de traducción económico (con respecto al doblaje) y efectivo que tiene muchas ventajas.
A la hora de subtitular, hay que tener en cuenta muchas cuestiones que no tienen que ver tan solo con el idioma, sino también con los aspectos visuales o sonoros y con las convenciones del gremio. Adaptarnos a estas cuestiones hará que nuestra traducción cuente con la calidad adecuada como para ser lanzada al público.
Graduate Degree in Translation and Interpreting from Universidade de Vigo, Spain. Degree in English Language and German from Bangor University, UK. English teacher and translator and proofreader in the German and English to Spanish combinations. Published author.
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